jueves, 10 de diciembre de 2009

EL HOMBRE ELEFANTE Y LA DIGNIDAD HUMANA

Escrito por Daniel E. Castillo Torres.

! Yo no soy un elefante! ¡Soy un hombre! Así concluye el personaje de una de las películas de David Lynch, ¿Pero qué lo llevó a decir eso con tanto sentimiento? Quizá la respuesta está al inicio de la película, cuando la madre de aquel infortunado en su viaje por el África es atacada por un elefante, ella se encontraba embarazada cuando sucedió el evento. Cuando nace el bebé, éste tiene ciertas deformaciones en su cuerpo que dificultan el desarrollo normal de su vida, los cambios serían terribles sobre todo para una sociedad que no está preparada o no se explica el porqué.

El tema aquí es la dignidad humana. Un hombre que por sus características físicas muy fuera de lo normal, incontrolables desde el principio, es marginado y maltratado por una sociedad cruel, éste hombre que como Gregorio Samsa, quién despierta convertido de la noche a la mañana en un terrible insecto, monstruoso y que asustaba hasta a sus seres queridos. Infiernos poderosos en el campo psicológico de un hombre, cuando un sabe que sigue siendo un hombre pero por debajo del imaginario colectivo. Ninguno de los dos, si hubieran podido, ellos no hubieran elegido la metamorfosis, pero este cambio más que físico es una deformación psicológica en la mente de la sociedad, que es la que juzga en base a la educación de la época y del lugar. Antiguamente se creía que algunas personas con trastornos mentales, nacían así a causa de los pecados o se les veía como personajes embrujados y que el demonio había poseído sus cuerpos, siglos después Foucault decide hacer una investigación respecto de eso, al mismo tiempo que él es tomado como enfermo por presentar características homosexuales, su época alineada a la victoriana lo entendía de ese modo.

Obligados a caminar con una especie de máscara, una bolsa con una pequeña abertura para siquiera poder respirar un poquito y ver desde el mimo agujero el mundo, encerrados como animales de circo, el espécimen más raro traído desde lo más lejos, sólo es motivo de burla y extrañeza para una sociedad ignorante.
Pero la mente, el alma, el espíritu, se subleva, causa una revolución del pensamiento y del espíritu humano, y éste cambio es mucho más poderoso, tiene poder por sí mismo y puede cambiar el curso de la humanidad. Tendría y tendríamos que agradecer a tantos hombres que lucharon para salvar por la dignidad humana e hicieron que evolucionara la sociedad.