lunes, 1 de febrero de 2010

¿Comunista, abusón, gran hombre, o jefe?

¿Comunista, abusón, gran hombre, o jefe?
Por: Daniel E. Castillo Torres.

En 1985 el antropólogo Marvin Harris publicó un libro que años más tarde sería traducido como “Jefes, cabecillas, abusones”, este antropólogo estadounidense nacido en 1927 y que publicó aparte de esta obra otras más, como “Cultura, hombre y naturaleza” (1971), “Vacas, cerdos, guerras y brujas” (1980), y “El desarrollo de la teoría antropológica” (1982). Su trabajo arduo y teórico provocó una nueva corriente llamada luego el ¨materialismo cultural¨. Sus trabajos de campo lo llevaron a viajar por Ecuador, Brasil, y otros países. Lo que lo convirtió en uno de los clásicos de la Antropología Cultural.


Dentro de lo que concierne al capítulo “¿Por qué consumimos de forma conspicua?” responderemos fríamente que nuestra necesidad genética es la que nos lleva a sentirnos superiores cuando tenemos algo que otros no tienen, en el sentido de que cada vez quisiéramos tener más riqueza y poder, y también desarrollar al culpable: el gen. Pero esto no queda ahí, exige una explicación que conlleva analizar el resto del capítulo y de la obra.
La naturaleza humana, dice Harris, empezó en una especie de comunismo fundamentado en las relaciones que algunas familias todavía conservan, y que las circunstancias dadas en el momento y en el espacio determinado, serían cruciales para que un sistema se desarrolle de esa manera. Los “abusones”, quienes eran las personas que tratarían de aprovecharse del sistema deberían enfrentar al agente regulador o controlador de la norma, velando por la igualdad en cierto grado. Pero cuando las circunstancias cambiaban también podrían modificar cualquiera que sea el sistema político del grupo, por ejemplo: La aparición de la agricultura en un territorio propicio para ésta, provocó el sedentarismo, y despertó ese gen de poder inactivado del “gran hombre” (quien era el más productivo o fuerte), y que le permitió la acumulación de riquezas, que ahora bien, podía tener un lugar donde acumularlas. Se convierte en abastecedor y da por generosidad a quién le pide algo, lo cual le da un prestigio, pero la situación cambia cuando aparece también otro tipo de generosidad que no sólo recompensa a los otros sino que en primer lugar se recompensa a sí misma. Son estos últimos generosos los que echan mano de ideologías y rituales para legitimar su apropiación de la riqueza social. De esta forma separa su destino del común de la gente, cambia su comportamiento y reconfigura su cultura. Empieza a luchar contra los estados naturales de la humanidad, el comunismo, la naturaleza física del cuerpo, además exige el trabajo y la redistribución, la exploración y el descubrimiento de lo misterioso para convertirse en un ser sobresaliente. Quiere lo raro, lo recóndito, lo extraño, busca los secretos y conocimientos para atesorarlos, guardárselos y usarlos para atemorizar o subyugar a otros; quiere de lo más lejano y de lo más raro, para saciar la sed de su gen activado. Esto es lo que ha llevado a muchas personas del mundo a modificar el desarrollo natural de su cuerpo, su comportamiento, y demás características, sólo para diferenciarse y adaptarse a un nuevo sistema cultural, ya sea para mostrar el poder divino, el poder de la herencia, o el poder adquisitivo o económico que se pueda tener. La emulación que parte de la plebe dependerá de quién y cómo pueda ser el jefe, porque es éste quien determinará el comportamiento del grupo, porque éste se convertirá en el modelo ideal. Lo que haga o lo que tenga el jefe se convierte en símbolo de riqueza y poder, sus seguidores o fanáticos luchan, si se les permite, para alcanzar o interpretar de cualquier forma el poder que conlleva a ser como él, el gran jefe. ¿Quién no quisiera ser ahora un jefe? ¿Cuál es tu modelo?