Hecho por: Daniel E. Castillo Torres.
y Fotografía.
A las 7:30 a.m. en los Portales de Chiguata se concentraba gente proveniente de los diez distritos altos de los departamentos de Arequipa y Moquegua, ordenándose en tres filas sobre el camino, interrumpiendo el tránsito, esperando que llegue más gente; algunos ya aburridos de tanto esperar, se sientan a los costados de la vía, esperando que los líderes indiquen avanzar; mientras tanto los camiones van pasando en sentido contrario, abriéndose campo entre la gente que arrojaba las cáscaras de los plátanos en modo de quitar el aburrimiento, una buena señal de ánimo. De repente los dirigentes que encabezaban las colas de cada distrito formado, empezaron a ponerse de acuerdo quiénes iban a ir adelante, y quienes atrás; aún faltaba gente, pasaban las horas, hasta que por fin un ómnibus de no muy buen estado se estaciona, y bajan más personas; luego de la parte alta, donde se pierde la carretera que va a bordear el volcán Misti, aparece una turba de gente, que corre hacia nosotros en grupos, gritando y llevando al frente, carteles con los nombres de los distritos, con sonrisas, gracias y alegría, con mucho ánimo, más personas bajan corriendo y sobrepasan al grupo que los estaba esperando, despertando el ánimo del otro grupo, aquel grupo que los esperaba se levantó y le siguió. Ahora todos juntos emprenden la marcha hacia Arequipa.
Así comienza la travesía, el objetivo era llegar a la Plaza de Armas de la ciudad de Arequipa, donde los líderes de cada distrito, los alcaldes, tendrían que hablar con las autoridades regionales para poder llegar a acuerdos que beneficien a las comunidades de Arequipa y Moquegua. La carretera es el principal punto de confrontación. El asfalto es un indicativo no solo de desarrollo económico de esas zonas sino que se convierte en un símbolo que representa la unión y el poder en sí de las personas que viven en los distritos. La “Mancomunidad” organización creada por ellos mismos, alberga los intereses de todos los distritos, fue creada hace poco por un interés común, el asfalto de la carretera, lo cual ha permitido por primera vez en su historia la reunión de todos estos pueblos. Un nuevo sistema organizativo y político nació.
El asfalto de la carretera permitirá un comercio más productivo con la ciudad de Arequipa, los productos bajarán en promedio de una hora, a diferencia de las cinco horas a causa de la difícil carretera de tierra, piedras y llena baches que hay en la actualidad. Esta trocha, tal como la llaman los comuneros, atraviesa ambos departamentos, Arequipa y Moquegua. Se dirige hacia las alturas y en su recorrido se pueden ver los diversos productos que existen por la agricultura, por lo menos antes de llegar a los 4000 m.s.n.m., incluyendo a muchas comunidades de Arequipa en donde se cultivan alimentos como las habas y las papas; llegando a Moquegua encontramos otros productos como las uvas y las paltas. Aún más arriba de Pocsi, Omate, se encuentra la zona de pastoreo, de donde traen carne de alpaca y donde la agricultura ya es casi imposible por el intenso frío. El asfalto de la carretera ya era necesaria desde hace mucho tiempo atrás, en épocas cuando la salida de ómnibus de pasajeros y de carga para la sierra se hacía por ahí mismo, se viajaba hacia Puno o Juliaca. Pero no se realizó, sino que se asfaltó otras vías. Y a pesar de que existe una mina de Boro, allí detrás del Pichupichu, de donde se extrae aquel mineral y se lo lleva en camiones para su exportación, aún así, no se hizo nada significativo.
Los dirigentes, a quienes se reconocen por sus buenos sombreros y celulares, alcaldes entre otros, que llevan las banderolas, que guían a sus distritos con arengas como: “¿Quiénes somos?”, la gente responde: “¡Cháncas y Puquinas!”, al frente otra bandera que no pertenece a los distritos, pero sí al país del Perú, flamea escuchando los gritos de la multitud. Gente segura y llena de confianza hacia sus alcaldes. Estos líderes, de los cuales muchos de ellos eran visitantes para cada uno de sus propios pueblos natales; pueblos ya casi abandonados por los fuertes flujos migratorios. Estos alcaldes, eran ya migrantes retornados que habían salido a estudiar y trabajar en ciudades más grandes como Lima o Arequipa. Sus tierras que aún se conservaban en sus pueblos de origen, eran cuidadas por la gente antigua del lugar, padres y abuelos, que seguían viviendo allí. Se habían convertido durante su viaje en abogados, ingenieros, lo cual les daba cierto prestigio, gracias a sus estudios en las ciudades y el nuevo estatus adquirido, eran hoy, los nuevos alcaldes y líderes de aquellos distritos.
Al llegar a la ciudad de Arequipa, y caminar por las primeras calles, ver los puestos comerciales, saludaban a sus paisanos y les invitaban a unirse a la marcha; esas personas que salían de sus casas y tiendas, y les aplaudían, eran migrantes, que habían salido de sus comunidades tiempo atrás y habían comprado sus nuevas casas a la entrada de la ciudad, estas personas hacían sentir a los visitantes en familia y los recibían con sonrisas al entrar a la ciudad. Más adelante, mientras que la gente preguntaba qué tipo de manifestación era y preguntaban qué querían, la gente de las comunidades caminantes iba repartiendo sus productos e invitando a los lugareños. Símbolo de una llegada y de un encuentro amical. A medida que iban avanzando al son de los bombos, de la tuba, del clarinete, y de la banda, que tocaba música de aquellas partes altas, algunos se ponían a bailar mientras que por algún motivo esta gran marcha se detenía. ¡Adelante! Se escuchaba y con más ánimo avanzaba la turba de gente que, poco a poco, llegaba y se acercaba a la Plaza de Armas. El calor de la ciudad, por el buen clima, los recibía a la 1:00 p.m. del día.
Esto los alistará y re organizará en el futuro, cuando regresen hayan conseguido o no sus objetivos, los preparará para nuevas confrontaciones, nuevas alianzas, y nuevas maneras de desarrollarse en unidad. Es un cambio social, en las mismas raíces de los habitantes de la “Mancomunidad”. El futuro y las consecuencias se estudiarán más adelante, quizá enfocándonos en los jóvenes porque tendrán otro papel importante. Aquellos muchachos que se les veía vestidos con sus jeanes, junto a sus celulares, y todo lo que han aprendido y obtenido en sus migraciones temporales hacia la ciudad, ya sea por estudios o trabajo, serán los nuevos actores sociales y quizá los nuevos líderes. Pero eso requerirá otra oportunidad de observación a largo plazo, y una comparación para ver la evolución de esta organización humana.